lunes, 12 de enero de 2015

Dia 969, El estigma del ERE





Dos años dan para mucho, pero parece poco cuando se trata de digerir...
...el odio. No el mío, sino el de los que hicieron un ERE desde el desprecio. En dos años, me ha dado para dar las gracias muchas veces, nunca demasiadas cuando se trata de valorar el amor de todos los que se mantienen al lado de uno cuando la mierda te llega hasta las orejas.


En dos años las trayectorias de los 861 han sido distintas. Unos han zanjado ya su relación con aquella empresa en la que pasaron muchos años de una vida, otros aún esperamos y algunos tendrán que esperar aún más. De los que se movieron cuando el culo de todos estaba prieto, ya son menos los que siguen peleando, pero ole los cojones y los ovarios de los que no han olvidado la tremenda injusticia. Perdona si mi lenguaje te resulta soez. Si hoy es la primera vez que me lees puede que te sorprenda, disculpa si te molesta, pero muchas veces no encuentro expresiones mejores. 

Hasta las 23:30 horas del día 11 de enero de 2013 trabajé para una empresa a la que sigo queriendo, pero los encargados de tomar decisiones en aquel sitio obviaron toda mi entrega, todo mi trabajo, y me mandaron una carta el día 12 , poco después de las 9 de la mañana (bien temprano llegó el odio), en la que me decían que yo (o lo que creían que era yo   - según ellos la U30245 - ) ya no les podía ser útil. Y me lo tengo que tragar. Todos los días desde entonces, me tengo que tragar y digerir aquella sarta de mentiras que ponía la carta. Y es que es la única explicación que tengo, NADIE me miró a los ojos y me dio una explicación. Nadie nos dio una razón a ninguno de los 861, nadie tuvo los .... necesarios para mirarnos a la cara y decirnos adiós. Y, por cierto, leer y hasta oír a algún jefecillo decir que lo más duro fue decírselo a los afectados, no sé si me produce más risa o rabia. 

Desde aquel día llevo el estigma del ERE. Lo llevo yo y los otros 860, y hasta lo llevan colaboradores que no eran de plantilla pero aquel mes de enero quedaron marcados. En dos años, en aquella empresa han surgido contratos de sustitución y ninguno se nos ha ofrecido a los que llevamos la marca del ERE, desde aquel día estamos malditos. Nuestro pecado: ser despedidos y estar en un proceso  judicial (que no elegimos) con la empresa. Ese es el estigma del ERE, el que te marca y te pone al otro lado. 

En mis agradecimientos, nunca olvido que el estar despedida me ha ayudado a entender lo que sienten los compañeros despedidos de la tele. NO me tengo que poner en su piel, estoy en su piel  y sé lo que es que te roben el trabajo, sé lo que se siente ante la pasividad, sé como molestan las celebraciones (con brindis incluido) por salvar el puesto de trabajo a costa de ¡¡¡¡¡861!!!!! despidos. Y mención especial merecen los que, al salvar el culo, parecen haber dimitido de sus obligaciones aunque no renuncian a sus derechos prioritarios. 


Como siempre, permitidme que lo recuerde: en Onda Madrid sí hubo ERE . Fueros despedidos, tres técnicos de exteriores, 5 redactores de deportes, y 1 secretaria. Y por supuesto, nunca olvido a los míos: 4 colaboradores de deportes que fueron despedidos ese mes de enero, y estigmatizados por el ERE.


#OtraOndaMadridesPosible
#OtraTelemadridesPosible 



Buen Día. 

P.D.: Si has oído un sonido, tal vez lo recuerdes de mi trabajo en la radio.

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