sábado, 9 de febrero de 2013

Día 267,

Uno no elige a los compañeros para este viaje. Simplemente te dan el billete y te subes al yate.

Cuando llegué sabía quienes estaban ya, pero casi que rezaba para no encontrarme a ningún compañero más . No deseaba el despido de ninguno de los míos. Realmente, aunque yo pueda tener mi propio estudio de viabilidad , no deseo mal a nadie.

Cuando vi la furgoneta de Correos sentí alivio. Para mi se había acabado la incertidumbre, ya sabía que me había tocado, ya tenía claro a qué jugaba. La imagen de esa furgoneta no se me va borrar nunca de la memoria, y sé que muchos compañeros/as lo pasaron mal hasta que se despejó su incógnita.

Y no puedo decir que me alegre del despido de nadie, pero para mi es una suerte tremenda tener a Delfa en el mismo barco. Perdóname José Vicente por el egoísmo, pero tengo que darte las gracias por estar ahí, día tras día, hora tras hora, segundo tras segundo. Los paseos parque arriba, parque abajo son de lo mejor que me ha pasado últimamente. Sin ti, esto sería aún más duro de lo que es.

Buen Día,

P.D. : Hoy el yate va como la seda, pronto llegaremos a puerto.

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